lunes, 14 de marzo de 2011

De Puertas y Trenes


Últimamente me pregunto si valdrá la pena todo este autocontrol. Me he pasado el tiempo esperando que se cumpla la promesa que un día me hice a mi misma y que ya a estas alturas me ha convertido en prisionera. Cómo se ve? Prisionera de mi propia promesa. Y me vuelvo a preguntar si será mejor traicionarme o seguir siéndole fiel a una posible realidad que quizás nunca llegue a existir... Es la tristeza de llevarle la
contra a las ilusiones que tenía la Cata del ayer? o es que acaso soy la madre aprensiva de mis propios miedos?
De una cosa sí estoy segura, ya estoy aburrida, consumida. Y leo bien fuerte lo que se escribe
en el cielo :

Collige y virgo rosas

Y le encuentro toda la razón... ¡Gracias cielo por ese balde de agua! He tomado una nueva decisión, ha donde me lleve el tren se ha dicho.

¡Preparen banquete, coloquen buena música, porque señoras y señores, La Casa de los Pétalos de Cerezos ha vuelto a abrir sus puertas!

Mientras tanto, al otro lado de Nunca Jamás una joven compra un pasaje de tren, el pasaje no tiene destino, solo tiene contemplado un viaje, ella puede bajarse en la estación que desee. Sube al tren y este parte en seguida alejándose de la nublada estación. Ella se acomoda en uno de los vagones y se sienta en uno de los asientos de cuero. El tren resulta ser muy antiguo, como sacado de una película de los años 40. No hay música, no hay ruido. Comienza llover. (Nunca más llegarás a la misma estación)


A la casa de los pétalos de cerezos llega un visitante y pase, pase que tenemos comida. Vamos conversando y cuénteme de usted. El forastero encantado acepta la invitación y se queda el resto de la tarde hablando con los habitantes de la casa.

- Así es la vida del lugar lejano del que provengo.
- Muy buena vida es la que lleva, le diré.

Y de golpe se cerró una puerta en lo profundo.

- La puerta se cerró sola- dijo asustado el buen visitante

- Aquí las puertas se abren y se cierran a su antojo. Y créame que las entiendo, les debe resultar muy cansador estar abiertas todo el día sin que nadie pase por ellas.


Llevaba 4 horas viajando y sin darse cuenta había caído en el sueño, al despertar se preguntó cuánto tiempo había transcurrido desde que partió. Se dirigió
al panel de control y para su sorpresa no había conductor del tren. En todo caso era algo que había previsto. No sabía como manejarlo, pero si sus intuiciones seguían siento asertivas iba a poder detenerlo. Fue a buscar su maleta al
vagón y tan simple fue su solución como decir
quiero parar aquí que el tren paró sin esfuerzo alguno.

-Y qué fue ese estruendo?

En ese momento de la misma manera en que solas se cerraron, solas se abrieron todas las puertas del lugar, pero con el estruendo anterior nadie se percato de aquello.

-No se preocupe, estábamos esperando a alguien aparte de usted.
Venga, acompáñeme a recibirla.

Justo a un costado de la casa se encontraba el tren, los rieles terminaban al pie del árbol con más cerezos de la localidad. Las puertas se abrieron por primera vez en una no estación y de ellas salió Catalina.

El joven se queda a la entrada de la casa, viendo como su anciana amiga recibe a la muchacha.

-¡Bienvenida jovencilla! Estábamos esperándote.

-Gracias, no estaba segura de si hacer o no parar el tren.

- Llegarías de todos modos. Anda, ven acompáñame, tienes mucho por hacer.

Pero no estamos solas (indicando al joven), como las puertas de la casa se abrieron, esta misma mañana llegó un viajero. ¿Cómo es rápida la magia de las puestas abiertas no? Bueno ¿Estás lista para esto?

- Sí, créame. Lista y dispuesta

Caminan hasta la entrada. Saluda al viajero, los tres entran a la casa, el día ha terminado, pero las puertas continuarán abiertas por mucho tiempo más.



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