miércoles, 12 de enero de 2011

Así nació


Se marchó a la una en punto de la tarde, tomó el bus que la dejaría en Vicuña, se sentó al lado de la ventana (aún así no pudo vernos cuando éste se puso en marcha) y hasta el próximo año se había dicho. Como todas las otras veces el pecho se me comprimió, una cuchara se encajaba en mi garganta.

Nos fuimos a almorzar, no recuerdo que comimos, pero si recuerdo un puesto vacío. La palabra vacío no existiría sin que antes no hubiese existido algo o alguien que lo llenase... Luego de eso probablemente mi papá se fue a dormir.

El sol se escondía tras las olas, los colores anaranjados iluminaban los rostros de aquellas cuatro personas que quedaban en la bahía. Dos de ellas jugaban a la orilla del mar, mientras las otras dos observaban como el día comenzaba a despedirse.

Nunca he sabido disimular la tristeza, más que nada porque no he querido aprender a disimularla y para mi madre no fue difícil saber que era lo que me tenía los ojos tan tristones.

Miré a mi padre y a la perfecta puesta de sol que se pintaba tras de él.

¿Te gustaría tener una hermana mayor? preguntó mi madre y respondí que sí. Imaginaba para donde iba, pero no. Porque nada de lo que podría haber imaginado alcanzaría tal realidad, tal confesión, tal verdad que dio como un balazo mudo a mi corazón, pero de aquello no salió sangre, no. Fue más que todo una sorprendente revelación, ni agradable, ni desagradable. Me quedé sin palabras, sin reacción.

Así fue como entre oleajes, arena, silencio y algo de inocencia, nació mi hermana mayor. En cada recuerdo nacía ella y en cada escena el conocimiento de ese secreto cobraba sentido.

Mi madre había abierto el tabú y con ello la responsabilidad de guardarlo hasta que llegara el día en que nuevamente pudiese abrirse.

Tuve que hacer un par de ajustes, me apresuré y busqué entre las fotos que tenía la que fuese más bella, la enmarqué y la colgué al lado de la única foto que tenía en la pared. Eso ayudaría, supuse, pero a fin de cuentas es solo eso, un retrato aparte, una historia aparte, que quizás nunca podría juntarse con el guión principal.

Nunca la volví a mirar de la misma manera, nunca volví a hablar de ella con la misma soltura y cada vez que toco el tema vuelvo a sentir esa cuchara haciendo presión en mi garganta, la misma cuchara de aquel día en que se fue y más tarde nació mi hermana, Linda.

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