viernes, 3 de septiembre de 2010

El otro día salí a dar un par de vueltas bien lejos de mi casa, por allá por Providencia me fui a batir los pies. Y sin querer queriendo (como es de costumbre) tropecé con el diario de vida de un simtático chico que hace un par de años estuvo estudiando teatro en Europa. Me sentí tan afortunada, qué amable es el destino, si él sabe cuanto me complace leer a otros y me pone tal librillo en medio del camino ¿Y qué querían que le hiciera? ¿Qué lo dejara ahí tirado? ¡Si se estaba ofreciendo a ser leído! No lo iba a dejar abandonado...

1 comentario:

  1. CATA! era privado? se suponía que no debía entrar? pues me gustó conocer otra parte de tí, sigue escribiendo chiquilla!! tienes mucho estilo jajaja besos. Feño.

    ResponderEliminar